martes, 17 de noviembre de 2015

¿Por qué?

Es simple, sigue pasando.

Cuando me encontraba en la escuela, pasaban momentos que hacían que desee meterme en el fondo más oscuro y apartado del lugar. ¿Y cuáles eran estos momentos? Eran los momentos en los que la bondad se esfumaba, la amistad se desvanecía como si antes hubiese sido solo un espejismo que trataban de meterme en la cabeza durante tanto tiempo, esperando hallar el momento perfecto para hacerme ver que todo era un mentira. 

Hablan a mis espaldas, susurran cuando paso, se mandan notas mencionándome, existen conversaciones con mi nombre en ellas explayando todo una hilera de palabras mal redactadas propias de los dedos que se deslizan con la fuerza de la molestia y rabia hacia mi persona, con desprecio, con asco, con cólera, con aire minimizador.

Y era en esos momentos en los cuales este lugar se convirtió en mi espacio de desahogo, lleno de palabras y exprsiones que daban connotaciones que solo yo podía entender y que hoy mismo vuelve a suceder esas tardes a solas en las cuales, apartada de todos, vuelvo a sentirme cómoda.

La soledad ha vuelto a ser mi mejor compañera, pues se había alejado por un buen tiempo, tiempo en el cual me la pasaba apoyándome en la compañía de personas que formaron un concepto en mí hacia ellas, un concepto bueno, alentador para seguir soportando tanta carga y fatiga por los estudios. Pero ese concepto falló desde hace un tiempo, haciendo que mi concepto basado en un fondo de esperanza se desmorone.

No existe persona alguna en este lugar que me haga sentir mejor ya. Está dicho. Necesito un respiro, necesito ya ese respiro que parece cada vez más lejano y no quiero sentirlo más así. 

Echo tanto de menos ahora mismo a tantas personas.

¿Por qué sigo sola?