cuatro de abril del dos mil veinte.
tuve un sueño premonitorio. se trató de un sueño que me avisaba que el último cabo suelto estaba por ser atado.
ella me disculpó. recuerdo estar en un hotel muy bonito y de apariencia lujosa. quise entrar a bañarme al jacuzzi, pero no me dejaron al indicarme que no me tocaba bañarme a mí ese día. me quedé esperando afuera y de pronto ella aparece. me avisa que se va. ¿me conoce en sueños? yo me quedo extrañada y a la vez siento ganas de decirle muchas cosas antes de que ella pase a retirarse del hotel.
-ya me voy - me dice.
se despide y yo la detengo por un brazo. al instante dejo salir mis sentimientos.
-discúlpame por lo que hice.
le pedí eso y la abracé y ella correspondió a mi abrazo. no está molesta conmigo. en sueños no me odia. aceptó mis disculpas mirándome atentamente. no me disculpó por compromiso, sino que me disculpó sinceramente.
se volvió a alejar, dispuesta a irse ahora sí. en verdad sentí muchas ganas de decirle más cosas y mis sentimientos me ganaron una vez más, así que la detuve de nuevo por el brazo y mirándola a los ojos le dije "el único amor de tu vida es tu hijo" y en mis sueños ella era consciente de eso porque la última parte "tu hijo" también fue pronunciada por ella. eso me dijo que ella sabe a quien quiere de verdad y eso me tranquilizó un poco.
se volvió a alejar y sentí que no era suficiente. necesitaba hacerle saber que no me alegraba de su partida, que no iba a correr a los brazos de su pareja solo por saber que ella se iba, quería que ella sepa por todos los medios y posibilidades que yo nunca más iba a hacerle daño ni a ella ni a su hijo. toda esa mezcla de emociones y sentimientos me pasaron en un corto periodo de tiempo en lo que ella se alejaba de mí y volvía a emprender la marcha por la salida.
ese sueño fue un acuerdo tácito. esto ya no volverá a pasar. ya no dejaré que pase. desde hoy 05 de abril del 2020 ella y yo llegamos a un acuerdo y además yo entendí qué es lo mejor para mí.
a ella le aseguro que nunca más volveré a faltarle el respeto.
y a mí, me aseguro que haré todo lo que esté en mis manos para superar ese episodio horrible de mi vida. voy por buen camino, eso lo sé, pero aún no es suficiente. aún falta un huevo para lograrlo.
no volveré a ser una estúpida que crea estupideces de otro estúpido.
esto se acabó aquí. no quiero volver a saber nada de ellos dos.
que desaparezcan de mi vida para siempre y yo volver a tomar las riendas de todo.
fantasmas del pasado, no volverán a ser invocados.
significa que están muertos. sí, eso. desde hoy, esas personas están muertas para mí.
A lot of blues
*Golpes de mi vida.
domingo, 5 de abril de 2020
sábado, 22 de febrero de 2020
Carta a profundidad, de una persona con amor a una persona sin amor, que la vida juntó y hoy el destino resolvió
Me tomé mi tiempo para escribir estos siguientes párrafos pensados en tu persona, en qué pasó y cómo acabó. Coincidentemente, es mi primera entrada del presente año, el mismo en el cual me tracé superarte por fin.
Atrás quiero que queden las idas y venidas. Yo me quiero ir y no volver. Pero también sé que no soy tan fuerte por el momento y eso quiere decir que si tú regresas, puedes echar todo a perder. Tengo miedo de que regreses y derrumbes todo lo que estoy construyendo por mi cuenta.
Contigo viví muchas experiencias nuevas para mí. De alguna manera, fue genial conocerte. Durante toda mi vida estaba esperando algo que inyecte novedad en mis monótonísimos años. Hasta el 2018 todo fue tan tediosamente predecible que volteo atrás y digo, cómo pude aguantar cargar sobre mis espaldas esos años insufribles y aburridos. Finalmente llegó el 2019, hice mis maletas y partí a esa ciudad que durante toda mi vida, hasta entonces, era considerada la ciudad más hermosa que podía imaginar. Se hizo mi lugar de residencia desde los últimos días de abril hasta los primeros días de diciembre del año pasado. En ese periodo de meses, sentía que nada más novedoso podía suceder en mi vida. Un año más, solo se trataba de un año más. Hasta que llegó el mes de junio.
No recuerdo exactamente en qué fecha comenzamos a hablar por esa preciosidad de algoritmo tecnológico que colocó la foto de uno y otro antes nuestros ojos, afirmando que nos gustamos mutuamente y queríamos conocernos. Lo que sí recuerdo es que nuestro encuentro iba a darse un 10 de junio, pero que por decisión del azar, se retrasó una semana más, hasta el 17. ¿Cómo no supe leer el lenguaje del universo con ese hecho? El 10 de junio, yo me encontraba tomando una ducha para posteriormente salir a su encuentro en la plaza San Antonio e inesperadamente recibí una llamada que ya daba por imposible: una propuesta laboral. Debía ir de una vez a la cita sino perdería esa oportunidad de trabajo. El universo me estaba diciendo a gritos que no era lo correcto ese encuentro, que el mismo no debía darse, que eso no debe ser y debía ocuparme de otros asuntos. Pero no le di respuesta a la llamada de atención del destino y nos vimos el 17 sin falta.
Ese día marcaría el inicio de una de las historias más enredadas que pude haber vivido. Y si ahora sigo recordando todo y dedicando una entera entrada a esto, es porque necesito sacármelo de encima.
Desde esa fecha comenzaron las idas y venidas. En el tercer encuentro, él me hizo daño y me alejé. Esa fue una segunda llamada de atención que yo, como era de esperarse, pasé, olímpicamente, por alto. Volvimos a vernos más veces.
En cada ocasión que nos veíamos, era un ligero contacto e iniciar la batalla más feroz entre las sábanas y mantas de la habitación número 11. Era sorprendente cómo no nos conocíamos lo suficiente, sin embargo, juntos los dos lo sabíamos todo. Yo era feliz en la mayoría de esos momentos. Otros no lo era. No siempre fue genial. No todo fue genial. Comencé a confundirme, hice tonterías, me sentí vacía y llené ese espacio sobrante con otras personas: Fabricio y Juan Sebastián. El segundo, probablemente el mejor amante que pude tener hasta ahora a mis veintitantos años de vida. Después de vivir noches y tardes desenfrenadas con esas personas, llegó setiembre y con ese mes, la pesadilla.
¿Mencioné que la química sexual era interesantísima? Pues lo era. Él escorpio y yo acuario. Qué locura de compenetración. Y en verdad resultaba una locura estar con él. Una vez lo hicimos en su consultorio, en una pequeña colchoneta que servía para el descanso de los niños que eran sus pacientes. Maldita sea, fue tan bueno y a la vez tan impúdico. Si algún día llega a saberse esto, le alego la plena responsabilidad a su persona de tan deplorable y poco ético acto que demuestra su bajo profesionalismo para con la institución, que es una clínica muy conocida en este país por la ayuda social que brinda a pacientes menores en situación de pobreza que no pueden costearse caros tratamientos en salud.
Con él también viví otras nuevas experiencias. ¿Se saben esa canción de Taylor Swift, I knew you were trouble? Hay unas líneas mágicas que dicen so shame on me now, flew me to places i've never been, so you put me down. Esa canción fue una de las muchas que me salvaron de un agujero al cual caí cuando pasó lo peor, pero eso va más adelante. Como sea, él fue un problema entero, su persona por sí sola era un problema y tal y como dice la canción, lo que lo hace más detestable es que encima me llevó a "lugares" que yo nunca había conocido. Con él viví lo prohibido, con él exploré más el sexo, con él tuve que tomar la postday por primera vez. Fueron huevadas, pero ese tipo de huevadas que te gusta repasar en tu mente porque de alguna manera le inyectaron algo, ese faltante, a tu vida. Por fin tenía algo para contar, comencé a vivir experiencias nuevas y me sentía viva. Estaba haciendo cosas que no pensé que iba a hacer y siendo joven, en la máxima plenitud de mi juventud, los hechos le caían tan bien a mi salud mental y, ¿por qué no?, física también.
No sé si coincidamos, pero para mí, la mejor vez fue la segunda. Si mis cálculos no me fallan, debió ser el 24 de junio. Ese día, me encontraba en mi punto máximo según mi calendario. Y él me llevó a un nuevo lugar, nuevamente. Ese día experimenté qué se siente venirse en una mujer. En ese momento, fui feliz. En ese momento, no tenía duda y quería continuar con lo que sea que estábamos empezando ambos, sin saber que había aceptado ser partícipe de un juego muy peligroso. Recuerdo que él me decía que yo solo repetía que era una persona fría sin serlo para que no salga lastimada después. Quién iba a imaginar que él solo me estaba advirtiendo, o a lo mejor, burlándose, no lo sé.
En setiembre, la canción que mencioné líneas más arriba de Taylor Swift, tomó un significado clarísimo. Ese mes me hundí y a la vez me pude sacar de ahí yo sola. Ese mes descubrí lo que él ocultaba y al mismo tiempo descubrí lo que yo ocultaba y que era que me gustaba. Lo supe inmediatamente después de ser lastimada. Una pareja y un hijo, pequeño él, de menos de dos años. Me pasó eso de "Yo no renuncié a ese amor; me despidieron" jajaja. Fue tan cierto. Yo fui despedida porque jamás quise irme. Enviaba mensajes que nunca llegaron a su destinatario porque fui echada de su vida al saberse mi presencia. Ella supo de mí y ambos me echaron. Las noches fueron una tortura y mi cama sabe cuántas lágrimas derramé, además del deseo jamás realizado de tenerlo una vez más porque en mi mente no cabía la idea de que se vaya así, sin más, sin tenerme preparada y echándolo de menos. La frustración fue poderosa. No aceptaba que se haya ido, pero no podía hacer más. No iba a hundirme más. Estaba viviendo sola y nadie me cuidaba ni veía por mí más que yo. Y por siempre la peor parte de todo ese infierno que empezaba a cernirse sobre mí será que en ese momento descubrí que él me gustaba y no podía hacer más por rechazar ese sentimiento.
En esos días, mi mayor fortaleza vino de mi mamá, a quien no le conté nada para no angustiarla, quien es la persona que me ama más que a nadie y gracias a su existencia puedo decir que a donde sea que yo vaya, siempre tendré a alguien que espera por mí <3. Otra persona de gran ayuda para mantener mi ánimo arriba fue mi compañera de trabajo, Mariana, a quien tampoco le conté nada, sin embargo, cada día se las arreglaba para darme unas muy bienvenidas risas. Por último, mis mayores menciones honrosas, las mujeres que me acompañaron en esas mañanas que me alistaba para irme a trabajar, llenándome de empoderamiento, seguridad y felicidad con tan precisas letras que yo vociferaba a todo pulmón sin importarme que a los vecinos les espanten mis gallos: Taylor Swift, Ariana Garande, Shakira, g-idle, mamamoo, blackpink, jennie (bp), todas fueron indispensables para tratar mi ánimo con tan poderosas letras que hasta el día de hoy disfruto tanto y no puedo evitar esbozar una sonrisa de satisfacción tipo WIN cuando suenan en el reproductor.
Con el paso de los días, mi vida comenzó a tomar nuevos rumbos. Seguía viviendo sola a kilómetros de mi casa en la capital, tan solo hablando por teléfono con mi mamá o mis amistades. Conocí a una persona con quien viví un amorío tan intenso y a la vez extraño, sin dejar de ser una suerte de salvavidas, un bota o un flotador para mantenerme en la superficie en el plano sentimental. Pensaba en él menos y más pensaba en otras cosas. Dejé de sentir ansiedad de encontrarlo en la calle. Ya ni me importaba. En otras palabras, había encaminado por vasto recorrido la ruta de la superación y puta lo estaba haciendo de maravillas porque así lo sentía. Intercambié muestras de atracción y deseo con dos personas distintas, conocí a un par de chicos más con quienes viví otras experiencias, siendo una más intensa que la otra, con tocamientos y sudor. Monté por primera vez en motocicleta con alguien llamado Luis y luego con el chico que me mantuvo en amoríos con su persona, Héctor. Estaba VIVIENDO.
Pero algo siempre me hacía falta. Y descubrí qué era cuando ocurrió que los lugares comenzaban a ser adornados por la temática navideña. Con ello vino la nostalgia y extrañé mi hogar. Ya todo estaba hecho, todo estaba pactado, todo estaba calculado, pagado, planeado, ordenado, empacado y decidido. Y no. No pudo ocurrir de la forma en la que voy a redactar a continuación.
Cuando te propones superar a una persona, siendo consciente de que tú, en primer lugar, no quisiste eso, el trabajo que tienes por delante se vuelve muy arriesgado. ¿Por qué? Porque ese muro bonito que vas a construir puede venirse abajo solo por una causa y que para maldición tuya, no está en tus manos poder controlarla. La única causa que podría hacer que tu muro bonito se venga abajo es él, esa persona, ese ser que te hizo daño y te expectoró de su vida sin que tú quisieras ello. Y tu muro se cae porque su edificación depende de si él decide regresar o no. No tomé en cuenta eso y para cuando él decidió volver, dejé que destruyera mi muro.
¡Fue tan injusto!
¡Es tan injusto!
¿Cómo es que una persona que te hizo daño puede regresar cuando desee y volver a meterse en tu vida? Los sentimientos no deberían existir. Si tan solo yo hubiera sido la que me hubiese marchado, siento que hubiese sido diferente.
Cuando él regresó, supe que mis sentimientos seguían ahí. Pero claro que seguían, pues yo no lo había terminado de superar, sino que me hallaba en ese proceso y vaya que me estaba yendo tan excelente. ¿Por qué tuvo que volver? ¿Él no habría regresado si yo le hubiese pedido que no lo hiciera por mi bien y para poder terminar de superarlo? Lo dudo, pues es un egoísta. Probablemente una de las personas más egoístas que jamás haya conocido. Así que de todos modos, había vuelto a atraparme en la red de daños y mentiras.
Recibí llamadas insistentes, a las cuales no respondí. Me encontraba en mi cuarto, con mi equipaje hecho al 90 %. Eran aproximadamente las diez de la noche cuando envía un mensaje y me dijo que era él. Ocurrió una llamada de dos horas en promedio, me sentí vulnerable por el sentimiento que aún perduraba. Y sí pues, sentí deseos de volver a verlo. Y acepté su invitación como a la medianoche.
¿En serio estás haciendo esto?, me cuestionaba cuando me encontraba dentro del taxi rumbo a un departamento en el que él se hallaba cuidándolo por unas amigas de su trabajo de ese entonces en la clínica conocida que ya mencioné.
Nunca debió pasar. Yo nunca debí aceptar salir a esas horas a la avenida y buscar un taxi. Cuando una persona se va de tu vida, vuelve para mal. Esa noche, pasaron muchas cosas. Invadí por unas horas hasta el amanecer un departamento sin consentimiento de las dueñas, intercambié gustos musicales, charlé con el susodicho, volteé a mirarlo y no sentí rencor. Era como la primera vez. Todo funcionaba así siempre con él, como una primera vez en la que simplemente nos dejamos llevar, conversamos de cosas sin transcendencia, jugamos, nos tocamos, reímos y nos besamos. Fue una experiencia de dos lunáticos, pero aclaro que él más que yo. Y si algún día esto sale a la luz de tus ojos, quiero que sepas que me llega al pincho que tú no lo hayas sentido como yo, ya que para mí fue hasta demasiado irreal. Que estés riendo tan cerca de una persona y de la nada, sientas que debes acercarte y besarla. Toda mi vida creí que esos momentos solo sucedían en películas o cosas así de ficcionales, hasta que lo viví y me gustó lo vivido. Lo siguiente que pasó es de esperarse. Bordeando las 2 o 3 de la mañana tuvimos sexo encima de una colchoneta para niños, al lado de una ventana llena de polvo y como única espectadora, una coneja llamada (y extrañamente siento que nunca olvidaré su nombre) Cleta.
Cuando terminamos, que por cierto no tuve que esperar mucho como siempre .l., descubrimos esa ventana y luego de ser empapados de polvo, vimos el cielo. Y qué hermoso cielo el que posee esa ciudad y quién tuviera la dicha de observar esa noche estrellada cada día de su vida. "Voy a extrañar este cielo", fue así cómo le anuncié mi partida de la ciudad. Ya tenía mi boleto comprado y programado para la tarde de ese día. Ni él lo vio venir y lo extraño de todo es que no me sentí mal al anunciar mi regreso a mi casa. Tal vez después de todo esta atracción que sentía hacia su persona fue por esa chispa increíble que saltaba de mí hacia él y convertía todo el momento en una llamarada hermosa llena de pasión. Sentir eso era tan excepcional, tan genial y tan atractivo y creo que solo era eso. O quien sabe, tal vez sí me gustó de verdad, solo que después de cómo sucedieron las cosas, algo cambió en mi forma de verlo y ya nada iba a volver a ser igual. Una parte de mí sentía cero remordimiento por dañarlo, mientras que la otra parte estaba feliz de volver a haberlo hecho con él y haberlo tenido acariciando mi cuerpo, besándolo y durmiendo a su lado. Esa noche que dormimos juntos, él roncando como mierda como siempre, no lo abracé como en todas las veces que dormimos juntos en la habitación número 11. Ni siquiera lo planeé, sino que esa actitud se dio naturalmente. A mi cuerpo simplemente no le nacía abrazarlo, acariciarlo o hacerle masajes en el cuero cabelludo de forma cariñosa. Yo era diferente incluso ante mis propios ojos.
De cierta forma, resulta triste revisar nuestra historia y darse cuenta en cómo acabamos portándonos en uno con el otro. Las mejores historias cuentan con pésimos finales y aquí un ostentoso ejemplo.
Los rayos solares aparecen desde temprano en esa ciudad, así que cuando salimos de ese departamento, los testigos pudieron vernos caminando por la avenida sin dificultad, quedamos grabados en la memoria de sus ojos y nada ni nadie podrá negar que estuvimos juntos. Yo sé que lo que él más querrá será borrar mi persona de su historial, pero solo de las veces que caminamos fuera con las personas a nuestro alrededor, mas no creo que necesite borrar los recuerdos de lo que sucedía cuando estábamos a solas. No hay razón para hacerlo. Eso siempre se quedará como un bonito u horrible recuerdo, depende de nuestro humor del día en que estemos rememorándolo. Pero que nunca se entere nadie de qué sucedía entre ambos, ni siquiera ninguno de los dos debe enterarse de lo que sucedía en nuestras personas cada vez que estábamos juntos.
Hasta la fecha, no volvimos a vernos. Y hasta hace menos de un par de semanas aproximadamente que decidí borrar su contacto de mi celular, pues los mensajes y las llamadas sí continuaron. Luego de haber pasado esa noche juntos en el departamento, parecía como si en su cabeza cabía la idea de volver a la misma rutina de siempre de volver a vernos para disfrutar del divino tesoro llamado juventud loca y promiscua y que esa idea estaba bien. Que con la madre de su hijo pequeño todo estaba mal y que prácticamente estaban separados, mas otras fuentes me indicaban que eso no era así, sin embargo, podía comprenderse su comportamiento por ese miedo que puede sentir un padre joven e inexperto de que le quiten a su hijo por culpa de su cabeza caliente de hijo de puta. Él fue un completo hijo de puta, una mierda, un imbécil, un patán y un déspota asqueroso. Ninguna mujer merece tal persona y no quiero que ninguna sufra por mi culpa y menos alguien a quien le dañé inconscientemente el orgullo de mujer. Hay momentos en los que me siento mal por esa mujer y por su pequeño y no sé cómo arreglar las cosas. Y se me ha formado una especie de trauma a la vez porque nunca, en toda mi perra vida, me imaginé a mí afrontando este tipo de caso en donde aparece un mensaje en mi celular de una persona que no conozco reduciendo mi persona y mis logros a un solo apelativo: "la otra". Y todo esto fue culpa de ese innombrable. Es a partir de ello que llegó un momento en que resolví que yo no merezco nada de esto y que debo botarlo yo a él o nunca acabará este maltrato hacia mi persona.
Mi mamá me dijo que debo quererme a mí misma, la vida me enseñó que debo quererme mucho a mí misma, mensajes anónimos que una encuentra en las redes sociales nos dicen que nos amemos a nosotros mismos. Entonces, debo ponerme de prioridad a mí y cuidarme a mí porque si yo no me cuido ni cuido mi corazón ni mi estabilidad emocional, ¿quién lo hará?
Ver lo que hacía, fotos suyas, recibir mensajes que no pedía, chocarme con su foto cada vez que revisaba quién había visto lo que yo publicaba, además de ponerme ansiosa cada vez que él demoraba en ver mis publicaciones, no me estaban haciendo bien. Influían en mi ánimo para todo el día y tuve miedo cuando afectaba mis ganas en el trabajo. Me dije, ok, ponte una fecha para eliminarlo de tus contactos. Pero esa fecha se iba posponiendo un día, otro día y más días. Me dije, ok, tienes que ser fuerte, tener fuerza de voluntad, desahuevarte. Vuelve a poner una fecha más y esta vez cúmplela. Y cuando lo hice, vino una pequeña tranquilidad. Se había acabado. ¿Se había acabado? Dos días después, recibí su mensaje preguntando si ya había sido bloqueado. Tuve un pequeño momento de nerviosismo y archivé de nuevo esa conversación. Y actualmente, ruego porque él no decida volver a mi vida, porque si lo hace, derrumbará mi muro nuevamente, y este muro está apenas erigiéndose y cuenta con materiales baratos. Es pésimo a comparación del anterior, pero tampoco es tan malo, pues me empieza a dar un poco de resguardo.
La sensación de peligro, si bien va aminorándose, no desaparece. Hay días en que lo echo de menos y son en esos momentos de vulnerabilidad que pienso muchas cosas, entre ellas, recuerdos. Los recuerdos me dejan en un estado de frustración como también me dejan con un tremendo vacío por dentro. Me siento sola y necesitada de caricias. Suenan unas canciones y me acuerdo de él. Pienso, ¿me extrañas en algún momento?, pero sé que de nada sirve y me siento tan patética. Todo fue por tu bien, me digo y trato de hacerme sentir mejor. ¿Han escuchado Tocando fondo de Kalimba? Es escuchar esa canción poniendo atención a la letra y sentir que fue hecha para ambos.
Te tengo que recuperar
O de una vez dejarte ir
Hay momentos en que pienso en que lo recuperaré y seré feliz; en dos ocasiones soñé con su persona y en una fue tan real la sensación de la unión de nuestros sexos que fue muy frustrante despertar. Te deseo tanto en ocasiones.
Hay otros momentos en que me repito que esto está bien y debo dejarlo ir. Que con él solo me he ganado problemas y malos ratos. Que no es sano seguir en contacto con alguien que tiene familia y que tú seguirás siendo esa tentación que hace que no haga bien las cosas, así como que su cabeza caliente lo haga cometer tonterías y tú no tienes por qué ser la que lo complazca, ganándote el problema tú y siendo la odiada tú.
Toda esta entrada se resume en un amiga, date cuenta. Y que sin él, hay un problema menos. Ah, y en que debo quererme mucho y lo demuestro si me mantengo así. Solo quisiera tener la seguridad de que él también se mantendrá así. Que por un momento pensará racionalmente y entenderá que es lo mejor.
___________
¿Puedes hacerme un único favor en todo este tiempo que venimos conociéndonos? Nunca te he pedido nada, pero esto será lo primero y te aseguro que lo último que te pediré: No vuelvas nunca más. Si tú haces bien eso, te prometo que yo nunca más apareceré en tu vida. Pero si tú cometes el error de volver, yo también lo haré y juntos volveremos a crear errores, desaciertos, confusiones, líos, peleas, tristezas y karma.
Por favor, solo haz como si nada hubiera sucedido y haz lo que quieras, pero a mí déjame fuera de toda tu mierda. A mí no me metas ni me involucres.
Ya no quiero más problemas. Estoy agotada y encaminada en otros objetivos. Si vas a volver a tener la cabeza caliente, busca a alguien más. Yo ya no quiero más de lo mismo.
Realmente no quisiera volver a encontrarme contigo en la vida.
Realmente he vuelto a sentir que te echo de menos a ti y a todos esos momentos.
Realmente siento que mi capacidad de optar por mí misma y mi estabilidad es mayor.
Realmente te dedico muchas canciones hoy en día.
Realmente dudo olvidarte como dicen las letras, pero sí puedo superarte.
Realmente siento que te voy superando, poquito a poquito cada día, pero está sucediendo.
Me volviste más fuerte, y solo por eso te dedico una entrada enteramente para ti. Sino lo callaría. Sin embargo, este hecho debo presumirlo.
De pronto, las canciones de Taylor Swift que tanto canté en ese pequeño cuarto en el que viví en esa ciudad, cobran mucho más sentido y adquieren tanto peso. Tal y como lo recordaba.
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lunes, 4 de marzo de 2019
happiness
Hace unas semanas comenzó a ocurrirme algo que siempre recordaré por toda mi vida.
Y lo recordaré porque fueron unas semanas angustiantes. Me sirvió para valorar el sentido de la responsabilidad que muy descuidado lo tenía.
¿Se imaginan que de un momento a otro te enteres que estás albergando vida dentro de ti cuando recién intentas construir tu propio camino en la vida? Entiendo que para muchas mujeres esto puede resultar magnífico, pero no era mi caso.
No tomé la pastilla y cada vez que lo recordaba, unas tremendas ganas de golpearme por idiota me invadían. ¿Cómo pude dejar que esto me pasara a mí?
Sucedió como a los tres días. Jamás olvidaré ese color rosa que solo me indicaba una cosa, esos mareos, ese cansancio, esa pequeña molestia.
Los siguientes días fueron la completa tortura. En parte porque yo soy de esas personas que detestan tener que acudir al médico. Y yo ya sabía que había una alta probabilidad de que él especialista solo me confirme las enormes sospechas de mi positivo. No lo quería aceptar, así que huí. Huí lejos de esos consejos de acudir al médico. No quería escuchar lo que me iba a decir. En mi mente aún tenía un treinta por ciento de probabilidad de un negativo, así que lo aposté todo a ello. No quería volver la noticia en realidad y eso iba a pasar en el momento en que el doctor lo diga en voz alta: que estaba esperando un bebé. Este hecho aún no era cierto mientras nadie me lo dijera en voz alta, así que no lo busqué. No busqué la oportunidad de que alguien me lo diga con todas sus palabras. Eso no era cierto porque no podía serlo.
Me enfermé más y más cada día. La angustia puede ser un enemigo muy poderoso.
Me alejé de todas las personas. Me alejé de la realidad. No quería nada que tenga que ver con la realidad. Yo seguía en mi negación. Pero una pequeñísima parte de mí me decía que me cuide, que lo cuide, que mi estado de ánimo no le hacía bien. Aún así, otra parte de mí hacía lo que quería porque quería que esta realidad no confirmada se convierta en nada y sea eliminada.
Tenía miedo, así que no permitiré que alguien me juzgue por mis pensamientos. Solo trato de desahogarme y confesar mis sentimientos por este medio.
Yo no lo quería.
En un par de ocasiones le hablé a la luna hermosa desde mi posición en la Tierra, tan solo para pedirle que esto no se dé. Que yo no podía encargarme de esta responsabilidad. Que me ayudara a que no se vuelva cierto.
Habían también momentos en los que me ponía sensible y sentía que la estaba cagando. Que no podía ser tan malo. Que podía hacerme cargo. Que tal vez esto podría animar a mi familia. Un nuevo miembro, ja, ja, ja, qué tal. Tal vez podría cuidarlo, tenerlo para mí porque sería muy lindo.
Pero conforme más me adentraba en mis fantasías de cómo sería encargarme de una vida nueva, el miedo aparecía para bajarme de mi nube y la caída era siempre dolorosa. Me asustaba, me ponía ansiosa, no podía respirar bien y me entraban náuseas finalmente.
Me pasé así muchos días, todo febrero del presente. El peor mes de mi vida. La espera para poder finalmente hacerme un test que sea confiable era tortuosa. Se supone que debía esperar hasta el 25 de febrero.
Tantos días hablándole a Jay, diciéndole que yo solo quería que él sea mi único bebé, que no quería a nadie más. Que no estaba lista para ver mi vientre como las de esas chicas que se volvían madres.
La preocupación era pan de cada día. ¿Cómo mierda se puede vivir así?
¿Se imaginan lo duro que era para mí el resignarme a tener algo que me ligaría por siempre a alguien que no amaba en absoluto? Por eso no podía aceptarlo tan fácil. No lo iba a dejar. Y me convencía así cada día, como un puto recordatorio, que no iba a tener a su hijo. Yo no. Esa persona no iba a ser yo. No lo iba a permitir. Sea como sea yo no iba a dejar que él me convierta en la madre de su descendiente. Porque de dejarlo, eso significaría que nunca me podré alejar de él, que siempre estaremos unidos de alguna u otra forma. Él siempre iba a estar ahí, siempre iba a tener que ver con él. Nunca iba a deshacerme de él. No podía dejar que eso pase tan fácilmente.
Lloré mucho. El 11 de febrero llegué a mi límite. Lo maldije y maldije a lo que sea que me haya implantado esa noche. Cada una de mis lágrimas de ese día tenían sus nombres y maldije la injusticia. No podían hacerme esto. No podía pasar esto. Yo no lo quería. Me tomó casi media hora salir del baño de ese centro comercial, pues mis ojos ya no estaban tan hinchados ni rojos.
Fue horrible porque me cansaba rápido, me sentía hinchada y pesada. Y temía mucho.
No tenía idea de que yo misma me estaba causando esta tortura con mi estado de ánimo. Yo misma me provocaba esas molestias. Todo fue mi culpa; todo estaba en mis manos.
Les decía mirando hacia arriba que ellos eran conscientes de que no lo iba a lograr. Que este no era el momento. Que si hacen que esto pase ahora, no lo lograré y que ellos lo sabían. Y muy bien.
Fueron semanas duras, sin contestar mensajes, desapareciendo de todos lados. Si no fuera por todo el material que encontraba en YouTube, creo que no iba a sobrevivir. Esa plataforma me salvó de una sobredosis de pensamientos de todo tipo: "Overthinking kills your happiness", fue algo que leí por ahí. Y yo no quería perder lo poco de felicidad que me quedaba. Me aferré a ella y esa plataforma de videos me ayudó en el proceso.
Cuando los días se me iban acabando y el primer mes llegaba, la ansiedad fue mayor. Nuevamente traté de aferrarme a la esperanza, con youtube despejando mi mente. Si me estresaba o preocupaba más, podía afectar a que mi periodo me venga si es que ese treinta por ciento era la opción ganadora.
Ese domingo lloré mucho. Ese domingo 24 de febrero que jamás olvidaré. Me revivió la esperanza.
Durante semanas me arrepentí de una sola cosa: conocerlo.
Por eso, luego de haber pasado por toda esa tortura, te digo que nunca más.
No volveré a cometer el mismo error. De esta pude salir bien, mis ánimos volvieron, mis ganas de salir, de ver a las personas, de visitar y salir con mis amistades, mis ganas de responder mensajes, mi salud, todo se me fue devuelto tal y como yo lo pedía día y noche: "Por favor, haz que todo vuelva a ser como antes de conocerlo".
No sé quiénes vayan a leer esto en algún momento, solo puedo agregar que antes de juzgarme, podrían tratar de ponerse en mi lugar. No considero que alcanzo la madurez adecuada para poder hacerme cargo de una responsabilidad tan seria como lo es traer una vida a este mundo. Así que considero que mi comportamiento, mi reacción y mis acciones fueron las adecuadas considerando mi situación actual.
Me preguntaste si había algo más aparte de la razón falsa que te dí para que te alejes de mí: Ya te la narré en todas estas líneas.
Nunca más volveré a pasar por una situación así. Tenlo bien por seguro. Adiós.
Y lo recordaré porque fueron unas semanas angustiantes. Me sirvió para valorar el sentido de la responsabilidad que muy descuidado lo tenía.
¿Se imaginan que de un momento a otro te enteres que estás albergando vida dentro de ti cuando recién intentas construir tu propio camino en la vida? Entiendo que para muchas mujeres esto puede resultar magnífico, pero no era mi caso.
No tomé la pastilla y cada vez que lo recordaba, unas tremendas ganas de golpearme por idiota me invadían. ¿Cómo pude dejar que esto me pasara a mí?
Sucedió como a los tres días. Jamás olvidaré ese color rosa que solo me indicaba una cosa, esos mareos, ese cansancio, esa pequeña molestia.
Los siguientes días fueron la completa tortura. En parte porque yo soy de esas personas que detestan tener que acudir al médico. Y yo ya sabía que había una alta probabilidad de que él especialista solo me confirme las enormes sospechas de mi positivo. No lo quería aceptar, así que huí. Huí lejos de esos consejos de acudir al médico. No quería escuchar lo que me iba a decir. En mi mente aún tenía un treinta por ciento de probabilidad de un negativo, así que lo aposté todo a ello. No quería volver la noticia en realidad y eso iba a pasar en el momento en que el doctor lo diga en voz alta: que estaba esperando un bebé. Este hecho aún no era cierto mientras nadie me lo dijera en voz alta, así que no lo busqué. No busqué la oportunidad de que alguien me lo diga con todas sus palabras. Eso no era cierto porque no podía serlo.
Me enfermé más y más cada día. La angustia puede ser un enemigo muy poderoso.
Me alejé de todas las personas. Me alejé de la realidad. No quería nada que tenga que ver con la realidad. Yo seguía en mi negación. Pero una pequeñísima parte de mí me decía que me cuide, que lo cuide, que mi estado de ánimo no le hacía bien. Aún así, otra parte de mí hacía lo que quería porque quería que esta realidad no confirmada se convierta en nada y sea eliminada.
Tenía miedo, así que no permitiré que alguien me juzgue por mis pensamientos. Solo trato de desahogarme y confesar mis sentimientos por este medio.
Yo no lo quería.
En un par de ocasiones le hablé a la luna hermosa desde mi posición en la Tierra, tan solo para pedirle que esto no se dé. Que yo no podía encargarme de esta responsabilidad. Que me ayudara a que no se vuelva cierto.
Habían también momentos en los que me ponía sensible y sentía que la estaba cagando. Que no podía ser tan malo. Que podía hacerme cargo. Que tal vez esto podría animar a mi familia. Un nuevo miembro, ja, ja, ja, qué tal. Tal vez podría cuidarlo, tenerlo para mí porque sería muy lindo.
Pero conforme más me adentraba en mis fantasías de cómo sería encargarme de una vida nueva, el miedo aparecía para bajarme de mi nube y la caída era siempre dolorosa. Me asustaba, me ponía ansiosa, no podía respirar bien y me entraban náuseas finalmente.
Me pasé así muchos días, todo febrero del presente. El peor mes de mi vida. La espera para poder finalmente hacerme un test que sea confiable era tortuosa. Se supone que debía esperar hasta el 25 de febrero.
Tantos días hablándole a Jay, diciéndole que yo solo quería que él sea mi único bebé, que no quería a nadie más. Que no estaba lista para ver mi vientre como las de esas chicas que se volvían madres.
La preocupación era pan de cada día. ¿Cómo mierda se puede vivir así?
¿Se imaginan lo duro que era para mí el resignarme a tener algo que me ligaría por siempre a alguien que no amaba en absoluto? Por eso no podía aceptarlo tan fácil. No lo iba a dejar. Y me convencía así cada día, como un puto recordatorio, que no iba a tener a su hijo. Yo no. Esa persona no iba a ser yo. No lo iba a permitir. Sea como sea yo no iba a dejar que él me convierta en la madre de su descendiente. Porque de dejarlo, eso significaría que nunca me podré alejar de él, que siempre estaremos unidos de alguna u otra forma. Él siempre iba a estar ahí, siempre iba a tener que ver con él. Nunca iba a deshacerme de él. No podía dejar que eso pase tan fácilmente.
Lloré mucho. El 11 de febrero llegué a mi límite. Lo maldije y maldije a lo que sea que me haya implantado esa noche. Cada una de mis lágrimas de ese día tenían sus nombres y maldije la injusticia. No podían hacerme esto. No podía pasar esto. Yo no lo quería. Me tomó casi media hora salir del baño de ese centro comercial, pues mis ojos ya no estaban tan hinchados ni rojos.
Fue horrible porque me cansaba rápido, me sentía hinchada y pesada. Y temía mucho.
No tenía idea de que yo misma me estaba causando esta tortura con mi estado de ánimo. Yo misma me provocaba esas molestias. Todo fue mi culpa; todo estaba en mis manos.
Les decía mirando hacia arriba que ellos eran conscientes de que no lo iba a lograr. Que este no era el momento. Que si hacen que esto pase ahora, no lo lograré y que ellos lo sabían. Y muy bien.
Fueron semanas duras, sin contestar mensajes, desapareciendo de todos lados. Si no fuera por todo el material que encontraba en YouTube, creo que no iba a sobrevivir. Esa plataforma me salvó de una sobredosis de pensamientos de todo tipo: "Overthinking kills your happiness", fue algo que leí por ahí. Y yo no quería perder lo poco de felicidad que me quedaba. Me aferré a ella y esa plataforma de videos me ayudó en el proceso.
Cuando los días se me iban acabando y el primer mes llegaba, la ansiedad fue mayor. Nuevamente traté de aferrarme a la esperanza, con youtube despejando mi mente. Si me estresaba o preocupaba más, podía afectar a que mi periodo me venga si es que ese treinta por ciento era la opción ganadora.
Ese domingo lloré mucho. Ese domingo 24 de febrero que jamás olvidaré. Me revivió la esperanza.
Durante semanas me arrepentí de una sola cosa: conocerlo.
Por eso, luego de haber pasado por toda esa tortura, te digo que nunca más.
No volveré a cometer el mismo error. De esta pude salir bien, mis ánimos volvieron, mis ganas de salir, de ver a las personas, de visitar y salir con mis amistades, mis ganas de responder mensajes, mi salud, todo se me fue devuelto tal y como yo lo pedía día y noche: "Por favor, haz que todo vuelva a ser como antes de conocerlo".
No sé quiénes vayan a leer esto en algún momento, solo puedo agregar que antes de juzgarme, podrían tratar de ponerse en mi lugar. No considero que alcanzo la madurez adecuada para poder hacerme cargo de una responsabilidad tan seria como lo es traer una vida a este mundo. Así que considero que mi comportamiento, mi reacción y mis acciones fueron las adecuadas considerando mi situación actual.
Me preguntaste si había algo más aparte de la razón falsa que te dí para que te alejes de mí: Ya te la narré en todas estas líneas.
Nunca más volveré a pasar por una situación así. Tenlo bien por seguro. Adiós.
domingo, 30 de diciembre de 2018
DESAHOGO; desahogo; d e s a h o g o;
Este año he perdido tanto.
He perdido presencias, materia y alma.
He perdido uniones que creí serían duraderas.
He perdido respeto y confianza. Nada es lo que aparenta.
¿Por qué te fuiste si ibas a ocasionar todo esto a tu partida?
Me siento tan confundida ahora mismo. No sé qué es lo que se supone que debería tomar como verdad.
Tampoco existen verdades absolutas. Nada es lo que aparenta.
Estoy dando vueltas, dando paradas en lugares que creo sentirme segura solo porque no quiero complicarme todo. Porque me da miedo hablar de ciertas cosas. Me da miedo juzgar y acertar. No quiero sentir que pierdo el rumbo una vez más. Solo quiero seguridad. Y tú no debiste irte dejando todo este desastre aquí.
Las cosas están cambiando. Ya no es como antes.
Quisiera volver un año atrás. Yo era feliz junto a mi mejor amigo que ya partió, además, ella seguía aquí. Todo iba bien. Nadie estaba enfermo, nadie se peleaba, nadie lloraba, nadie se alejaba. En cambio, hoy todo es cuestionable.
El día primero de enero quiero irme a otro lado. Quiero ser feliz, volver a serlo luego de tanto drama en este lugar. No quiero visitar su casa porque no me haría bien. Más bien, quiero salir y caminar y sentir que el día es bonito. Pasar un día agradable sin pensar en lo que se vendrá el año que viene. Porque muchas cosas cambiarán el año que viene. Y yo no quiero afrontarlas sin haber sentido la paz y felicidad con anterioridad.
Tanto se viene destapando y ya no quiero saber nada más. Pasan los días y me entero de más cosas y no quiero más.
La vida cuando dejas de ser una niña es muy dura.
Debiste de haber preveido que esto iba a pasar. No debiste irte así. Por qué dejaste que esto pasara. Mira lo que has cosechado. Todo esto está sucediendo por ti. Nada bueno sucedió con tu partida.
Pero, ¿sabes una cosa? El 12 de enero tu nombre estará presente en mi graduación. Todos los sabrán. Y tú tendrás que ver mis logros a partir de ahora, porque siempre que los viva, yo te mencionaré. Y así verás cuánto creceré sin ti. Todo lo que tenga tú lo verás. Y tal vez, solo tal vez, puedas alegrarte al menos una mínima parte por mí. El resto no me importa. Porque eso era lo que me repetías siempre que te visitaba, ¿no? Estudiar, ser profesional, lograr muchas cosas. Y si todo eso que me decías fue en algún momento pronunciado con sinceridad en tu corazón, alégrate por mí.
Alégrate por tu hijo y mi familia, que hizo lo que soy ahora. No tú. Yo no soy tú.
Yo soy y seré siempre distinta a ti. Yo no soy una persona cuestionable.
Yo haré mejor las cosas.
Porque ese es el reflejo de mi familia.
Y gracias por haber vivido siempre indiferente a ella.
lunes, 25 de junio de 2018
Hoy podrías haber cumplido un año más de vida.
Quería que te quedaras un año más, tal vez dos o tres.
Te lloré muchas veces más aparte de aquella tarde en la que aún permanecías en este mundo.
Feliz cumpleaños, pequeño. Siempre te recuerdo.
Te prometo esforzarme por no llorar mucho en tu ausencia.
Nos volveremos a encontrar. Yo te encontraré. Recorreré todo el universo hasta volver a verte.
040625
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