martes, 17 de noviembre de 2015

¿Por qué?

Es simple, sigue pasando.

Cuando me encontraba en la escuela, pasaban momentos que hacían que desee meterme en el fondo más oscuro y apartado del lugar. ¿Y cuáles eran estos momentos? Eran los momentos en los que la bondad se esfumaba, la amistad se desvanecía como si antes hubiese sido solo un espejismo que trataban de meterme en la cabeza durante tanto tiempo, esperando hallar el momento perfecto para hacerme ver que todo era un mentira. 

Hablan a mis espaldas, susurran cuando paso, se mandan notas mencionándome, existen conversaciones con mi nombre en ellas explayando todo una hilera de palabras mal redactadas propias de los dedos que se deslizan con la fuerza de la molestia y rabia hacia mi persona, con desprecio, con asco, con cólera, con aire minimizador.

Y era en esos momentos en los cuales este lugar se convirtió en mi espacio de desahogo, lleno de palabras y exprsiones que daban connotaciones que solo yo podía entender y que hoy mismo vuelve a suceder esas tardes a solas en las cuales, apartada de todos, vuelvo a sentirme cómoda.

La soledad ha vuelto a ser mi mejor compañera, pues se había alejado por un buen tiempo, tiempo en el cual me la pasaba apoyándome en la compañía de personas que formaron un concepto en mí hacia ellas, un concepto bueno, alentador para seguir soportando tanta carga y fatiga por los estudios. Pero ese concepto falló desde hace un tiempo, haciendo que mi concepto basado en un fondo de esperanza se desmorone.

No existe persona alguna en este lugar que me haga sentir mejor ya. Está dicho. Necesito un respiro, necesito ya ese respiro que parece cada vez más lejano y no quiero sentirlo más así. 

Echo tanto de menos ahora mismo a tantas personas.

¿Por qué sigo sola?





miércoles, 26 de agosto de 2015

Let's not fall in love

Hoy vi sus fotos después de mucho.




                              No sentí nada ya.







Eso es una buena señal.









Pero...










¿Por qué de pronto me siento tan vacía?










lunes, 3 de agosto de 2015

Confiar un poco en la vida


Sé que no sería el momento propicio para realizar una de aquellas entradas que solía hacer, allá en esos olvidados días de ilusión, de plenitud, de latidos de corazón profundos, nerviosismo, miradas y vistas bajadas. 

No es el momento, lo reconozco y lo siento, ahora sí que lo siento. Ya no me quedo en cada viaje en bus recostada contra la ventana a observar a la nada mientras los pensamientos fluyen. ¡Y qué manera de fluir! Evocaban en cada viaje momentos en la soledad de su compañía, muchas veces lejana y fría, otras veces atrevida y sin cuidado.

¿Qué pasó ahora? Pasó que mis canciones ya no significan un viaje al pasado en el cual él y yo somos protagonistas. Tan solo oigo letras hermosas, con significados abstractos o mejor dicho, significados que caen en un barril sin fondo y sin fin. Significados que inspiran, que me alegran, que me entristecen o que me destruyen, Los significados vuelan y no caen nunca, no tocan fondo, no están dirigidos a alguien o a algo. Solo los disfrutas o los sientes.

¿Me hace sentir mejor esto? Me encuentro entre un sí y un ojalá sí. Siento que aprender a ver de distintos ángulos cada momento con esencia dulce de lo que la vida te da o esencia amarga de lo que la vida te quita, de cierto modo te vuelve alguien distinto, alguien que vale la pena vivir, alguien que será digno de vivir. Pero luego vienen esos momentos en los cuales aquella figura aparece, viene en tu dirección hacia ti. Y de nuevo veo cómo mi castillo se derrumba y ya voy ideando la forma de reconstruirlo de modo que no me tome mucho tiempo.

Sin lugar a dudas, lo que estoy viviendo ahora me está sirviendo tanto. Me veo de aquí a unos tres años y algo dentro de mí salta y se ilumina. Me doy cuenta que tengo nuevas sensaciones, nuevos sueños, nuevas ilusiones, nuevos propósitos. La vida no solo era obtener felicidad observando la sonrisa interminable de alguien más; la vida es esto que me pasa y que nunca me pasará. La vida, con defecto y virtudes, sigue siendo una mejor opción que evocar recuerdos contaminados de incertidumbre respecto a qué pasará con un «nosotros». 

Quiero continuar. Al menos un poco más. Confiar un poco más.





viernes, 26 de junio de 2015

Déjalo salir



Me di cuenta de que mis canciones dejaron de tener significado, esencia, se dejaron de recrear imágenes de un momento en mi mente como consecuencia de la evocación de un recuerdo dulce y cálido.

Ya no existe más dolor, más tristeza, más percepción del advenimiento de un bloque pesado de sentimientos que carcomen el corazón. Ya no existe sensación de caída a un hoy interminable, un círculo vicioso maldito, un problema sin solución.

Ya no te leo, ya no te busco, ya no te espero. Ya no te mencionan mis palpitaciones. Ya no sabe a ti mi gusto. Ya no siente frío mi piel. Ya no estás más. Ya, ya pasó. 

Puedo estar muy bien justo ahora, exactamente ahora, completamente ahora porque ya no vienen a atacarme los recuerdos, las pesadillas, los encuentros, el destino, oh, ese fijo destino que me permitió darme el lujo de perderme entre tus ideales, sueños, encantos, palabras, ideas, curiosidades. Pero ahora lo que era mi todo, es nada. 

Se siente libre. Se siente un eco. Se siente ligero. El corazón palpita para avisarme que está vivo, mas no para decirme que estás acercándote, estás tras de mí, estás a unos pasos, piensas decirme algo, pero callas. Mi corazón, mi ser, mi alma vive y no es por ti. 

Jamás me sentí tan dichosa.





150616






domingo, 7 de junio de 2015

Vergüenza

Será por temor a perderte que no puedo rehusarme a intentar una vez más llamar tu atención a pesar de conocer anticipadamente tu respuesta que siempre es la misma, ignorando absolutamente lo que tengo para ti. Pero, ¿por qué lo haces? ¿Por qué no simplemente me mandas a la mierda? ¿Por qué no solamente me terminas de asesinar? 

Hay una espera, existe un tiempo determinado, me encuentro pernoctando a solas en un pasillo ajeno a mis recuerdos donde dejo caer mis pesadillas al suelo, desbordándose por el suelo, ensuciando mis lágrimas, iluminando espantosamente las paredes de recuerdos que no se vuelven a repetir. Me siento débil cuando observo ese panorama. No soy yo, no me logro reconocer. ¿Desde cuándo me volví débil? ¿Desde cuándo me volví tan idiota?

Y no llegas, no apareces, no simulas interés. 

Me recuerdo a mí misma caminando con apuro a tu encuentro, oh sí. Cada tarde de verano. Hasta noche. Viento fresco recorriendo mi cuello, colándose por mi ropa y el cabello desordenado. Era feliz. Tú eras feliz. ¿Por qué carajos dejamos de querer ser felices?

Vengo esperando una señal de respuesta, algún motivo, alguna casualidad, tal vez un empujón del destino. Tú no te acercas más, decides alejarte, desaparecer, ocultarte, seguir retrocediendo. No puedo hacer mucho.

Es por eso que hoy me toco la cabeza con las yemas de los dedos, trato de crear el mejor de los diálogos con tu nombre en medio de cada frase. Sin poder callarlo más comienzo a escupir uno a uno cada sentimiento, cada enojo, cada pieza sinsentido que te ganaste de mi parte.

Ya no leo sobre ti. Ya no sé nada de ti. Me dejo guiar por las millones de dudas e interrogantes que cada segundo se empeñan en caer sobre mi dignidad, cagándola, haciéndola más lamentable, más vergonzosa de traer puesta.

Siento deseos de gritar ahora mismo, mientras todos duermen. Gritar a la vida, gritar a la dignidad, gritar a lo inexistente, gritar a mis sueños rotos. Luego esconderme en las profundidades de los más oscuros pensamientos donde podré hacer vida sin temor a fallar más, sin temor a ser una vergüenza más, sin inseguridad, sin mis sentidos.

Me levanté a mitad de un sueño. Di un paso, dos, tres. Me detuve y lloré. Lloré sin motivo, derramé lágrimas vacías, gemí improperios sinsentido, mi garganta me hacía parecer un personaje de una película antigua. Nada. Nada salía.

No quiero que me observen. No quiero que me toquen. No quiero que me piensen. No quiero que me recuerden. Cambiaría todo ello por un día sin sentir deseos de huir, sin deseos de encerrarme en mí, sin deseos de maldecir, sin deseos de perder la dignidad una vez más.

Un día, dos, tres, ya pasó un mes, dos meses, sigues lejos. A la mierda.