Cállate.
No te tolero cuando disparas directo a mi alma con tus palabras. Me hace odiarte más y eso me da náuseas.
No necesito que me hagas recordar que valgo menos que tu existencia. Calla.
Anoche te pedí tu silencio. Date cuenta que eso es más bello que tus oraciones punzocortantes.
No te pido un abrazo, una sonrisa, cualquier muestra de afecto. Lo que pido no es caro. Lo que pido no es mucho. Lo que pido no es imposible.
"Dame una mano en esto", pronuncié.
Pero mis lágrimas ahí seguían. Y tú no te callabas.
Pobre de mí, ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario