lunes, 1 de enero de 2018

Heat

El sonido del feriado interrumpió mi sueño. El calor era intenso. Comencé a dar vueltas en la cama con la intención de huir de él, pero no podía. 

El sueño comenzó a acogerme nuevamente. Ganó al calor y volví a caer en un estado de profunda desconexión. 

Pasaron un par de horas más, calculo. Desperté a medias sin fuerzas en ninguna extremidad. Es en ese momento que me doy cuenta que no llevaba ropa puesta. La colcha me quemaba y los rayos del sol luchaban por atravesar la oscura cortina. 

Dí más vueltas en la cama, pues el calor no me dejaba descansar. Así es, quería seguir descansando. Me doy cuenta de otra cosa. Mi cuerpo entero duele mucho. Me duelen las piernas, me duelen los brazos, me duele la cabeza, me duele el coño, me duelen los ojos y las puntas de mis pies. 

Recuerdo que bebimos mucho antes de entrar al cuarto. Qué suerte para mí que fue ron, sino estaría con náuseas. 

Entre un pensamiento y otro, vuelvo a caer dormida. El calor no me deja, por cierto. ¿Por qué no me quitaba de encima la colcha? Lo hice. Antes de volver a dormirme, empujé a un lado la colcha que volvía tan caliente mi estancia en la cama. Pero no sirvió de mucho. Seguía quemando y yo me acomodaba de todas las formas hasta que volví a dormir. 

Cuando volví a despertar luego de otro par de horas, él había encendido la radio. Killing me softly se oía en todo el espacio, mientras que afuera nada. Me desperté por completo cuando volví a percibir el calor. Me hallaba en posición fetal, sin ropa y luchando contra mis párpados. Cogí mi móvil y vi la hora. Sí que era tarde.

Giré aún en la cama hasta quedar boca abajo y hundí mi rostro en las almohadas. No tenía resaca, solo fatiga y dolor muscular. Y el calor me quitaba las fuerzas. 

No pude más y volví a cerrar los ojos. Cuando desperté, el calor era intenso. Muy enormemente intenso. Me quemaba. Comencé a quejarme y removerme bajo sus brazos y piernas que me aprisionaban y me quitaban frescura. Él quemaba mucho. 

-Mrhm.

-There, there.

Comencé a quejarme más y a removerme más, pero él no lo comprendía. Maldita sea, quemaba mucho.

Colocó su pierna derecha entre las mías y la flexionó para que no pueda librarme de su agarre.

El calor era enorme con sus brazos envolviendo mi cuerpo y su torso pegado a mi espalda.

Calor, calor, calor.

Sus toques quemaban. El calor me quita energía. El calor entra dentro de mis sentidos y no puedo pensar coherentemente. El calor me hace sudar. El calor hace que me queje. El calor recorre todo mi cuerpo nuevamente. Se apodera de mí... 

Su calor.







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