Lo que más deseaba era un día más, un día tranquilo, un día cálido y sereno.
Pero un hombre, un gran hombre, un hombre que no necesita presentación, un hombre pícaro e ingenioso, ese hombre...
La tristeza se apodera de cada uno de los hombres y mujeres que crecimos con el señor Roberto Gómez Bolaños al lado o al frente, dependiendo de la posición en la cual se encontraba nuestros televisores. Porque sí, era grato y entrañable el despertar un domingo por el sonido de las inconfundibles risas grabadas de cada uno de los sketches de "Chespirito". Meterte a la cama de tus padres y terminar de ver juntos el programa, riendo escandalosamente por lo propio de la edad risueña la mía e incluso ocultar el rostro por las pequeñas y grandes lágrimas de risa que se salían en ocasiones.
Todo aquello fue gracias al Roberto ese. Crecer junto a usted fue todo un honor, señor.
Y es que resultaba curioso cómo es que nuestros padres ya habían crecido con ese hombre, se sabían las escenas y reían con nosotros, sus hijos. Y ahora nos tocaba a nosotros, los hijos, crecer con él y ya nos sabemos los chistes, los diálogos y escenas. Ahora los niños de esta generación también lo reconocen, Por ende, no dudo que mis vástagos crezcan con él y se aprendan las escenas de memoria y aun así no dejar de guardarle un inmenso cariño cuando sean mayores y les toque compartir las creaciones de "Chespirito" con sus hijos y seguir continuando el círculo.
Un año más, un año menos, si tenía que suceder este año, así estaba escrito y nos tomó por sorpresa, sí, pero hagamos lo que Roberto Gómez Bolaños nos enseñó desde pequeños: reír hasta de lo más pequeño que nos suceda. Seamos fuertes, Si algún día nos sentimos tristes por noticias como esta, continúa fuerte. La función debe continuar.
No negaré encontrarme triste, haber derramado lágrimas, emocionarme. Sin embargo, él me enseñó a reír. Y no reprimiré esa enseñanza tan valiosa que guardo. Nunca.
Único♡
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